Ampliar y fortalecer la participación de los países en desarrollo en las instituciones de gobernanza mundial

La gobernanza mundial comprende en general las normas, instituciones y procesos de toma de decisiones que se desarrollaron en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial para hacer frente a diversos retos mundiales, como la paz y la seguridad, los derechos humanos y el desarrollo y, más recientemente, abordar la crisis climática y la pandemia mundial. Estas instituciones incluyen a las Naciones Unidas y sus agencias, como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), y entidades afiliadas, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, entre otras. La arquitectura institucional de la gobernanza mundial también incluye foros intergubernamentales creados en torno a regiones o temas específicos, como la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el Grupo de los 20 (G20) y el Grupo de los 77 (G77). 

Las bases de la paz, la prosperidad y el desarrollo sostenible que las normas y las instituciones de gobernanza mundial han establecido a lo largo de décadas son fundamentales para las empresas. Estas normas e instituciones no conforman solo el marco para la propia comunidad internacional, sino también los mecanismos a través de los cuales los gobiernos (o los Estados miembros) se unen para crear consenso y forjar cooperación para hacer frente a los mayores desafíos del mundo. Aunque, por supuesto, la toma de decisiones debe seguir siendo responsabilidad de unas instituciones públicas, eficaces, inclusivas, transparentes y que rindan cuentas (Metas 16.6 y 16.7), la comunidad empresarial puede aportar innumerables capacidades para hacer frente a estos retos y fortalecer el entorno institucional propicio a escala mundial y local. La comunidad empresarial tiene una responsabilidad particular, y una oportunidad, para alentar la voz y la visión de los gobiernos de los países en desarrollo a la hora de establecer prioridades globales y asignar recursos globales.

De hecho, cada vez se reconocen más las importantes contribuciones que las empresas pueden hacer a estas instituciones y foros. Cada vez se recurre más las empresas responsables para que fundamenten los debates en torno al Acuerdo de París, participen en la respuesta mundial a la pandemia de COVID-19 y contribuyan a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Este desafío es más evidente en el Objetivo 17: Alianzas para lograr los objetivos, que insta a diversos actores, incluida la comunidad empresarial, a contribuir con conocimientos especializados, finanzas y recursos a la consecución de los ODS. 

Sin duda, dado que las instituciones existentes de gobernanza mundial se han considerado inadecuadas para abordar determinados retos globales, se han creado diversos órganos ad hoc compuestos por agentes no estatales para cubrir la laguna existente. Con la denominación por lo general de iniciativas con múltiples partes interesadas (MSI, por sus siglas en inglés), estos foros incluyen a representantes de diversos actores, como el gobierno, la sociedad civil y las empresas, y se centran en abordar desafíos específicos y, a veces, establecer normas sobre esos desafíos que superan la capacidad de las instituciones tradicionales para abordarlos de manera rápida y eficaz. Pero si bien las MSI son un nuevo y prometedor foro para la gobernanza mundial, se debe tener cuidado con respecto a su limitada rendición de cuentas, legitimidad y transparencia en comparación con las instituciones públicas. Aun cuando están ganando influencia en la gobernanza mundial, deben considerarse complementos —no sustitutos— de los gobiernos nacionales y las instituciones internacionales. Hay cada vez más llamamientos a favor de un sistema multilateral más inclusivo (u orden internacional) que incluya a actores no estatales, lo que cuenta con el apoyo de la Asamblea General de la ONU, que aboga por un multilateralismo revitalizado y en red basado en la inclusión. Es muy probable que estos llamamientos cobren impulso en los próximos años. En este sentido, debe entablarse el debate y las deliberaciones necesarios sobre cómo construir la rendición de cuentas y la transparencia necesarias en estas nuevas instituciones para garantizar su legitimidad.

Con las crisis convergentes del cambio climático, la incertidumbre económica, una pandemia mundial y la desigualdad social, que se han complicado todavía más por el aumento de la desinformación, muchas empresas de todo el mundo piden una mayor cooperación internacional. Este llamamiento se escuchó de manera clara y rotunda con motivo del 75.º aniversario de las Naciones Unidas, en el que más de 1300 consejeros delegados de más de 100 países de todo el mundo se comprometieron a unirse en el negocio de hacer un mundo mejor (véase Unidos en el negocio de hacer un mundo mejor: Declaración de los líderes empresariales para una cooperación internacional renovada). Fue un momento decisivo para que la comunidad empresarial respaldara colectivamente a las instituciones de gobernanza mundial como la única manera de avanzar para hacer frente a los mayores desafíos de nuestro tiempo. El núcleo de esta declaración fue el reconocimiento de la necesidad de una mayor inclusión y participación de todos los países, desarrollados y en desarrollo, en la construcción de un mundo mejor. Ostensiblemente, la declaración también hizo un llamamiento por un liderazgo audaz y ético en un momento en el que los ciudadanos están pidiendo mayor rendición de cuentas, integridad y transparencia en las instituciones que rigen sus vidas y medios de subsistencia —y protestando cada vez más por ello—. Las empresas deben desempeñar un papel fundamental en la promoción del liderazgo ético y la generación de confianza tanto entre instituciones públicas y privadas como en ellas por parte de la sociedad civil, de conformidad con los principios del ODS 16 de fomentar sociedades pacíficas, justas e inclusivas. 

Más allá del Barómetro de Confianza Edelman 2021 —como se destaca en la introducción de este Marco— existe una necesidad urgente de generar confianza a través del propósito corporativo directamente vinculado al beneficio social. El HOW Institute for Society refleja esto en el informe 2020 State of Moral Leadership in Business (El estado del liderazgo moral en la empresa), señalando que «los líderes ya no puede esperar potenciar el valor para los accionistas sin potenciar los valores compartidos. La misión y el margen, el beneficio y el principio, el éxito y la trascendencia están ahora inextricablemente vinculados». A través de esta perspectiva las empresas responsables están llamadas a comprometerse con los gobiernos y la sociedad civil en una forma de gobernanza transformadora que incluya un enfoque audaz, ético e integrado de la gobernanza convencional, la gobernanza sostenible y la gobernanza mundial, tanto interna como externamente para las empresas y a escala mundial y local. 

Inspirado por los Diez Principios y los Principios Rectores de las Naciones Unidas

Los Diez Principios y los Principios Rectores de las Naciones Unidas tienen legitimidad y están respaldados por el sistema de las Naciones Unidas y, por lo tanto, están inextricablemente conectados con las instituciones y sistemas de gobernanza mundial. Sin duda, ambos se establecieron en gran medida como un reconocimiento y una necesidad de gobernar/guiar una conducta empresarial responsable y proteger a las comunidades más marginadas y vulnerables del mundo.

Inspirado en la Hoja de Ruta ODS16+ de Pathfinders

Los ODS son en sí mismos un símbolo de cooperación internacional y multilateralismo inclusivo.